En unos días se celebrará la fiesta pagana más famosa del mundo. En honor al Rey Momo, en cada punto de la tierra el carnaval inundará las calles. Desde el desenfreno absoluto de Río hasta el glamour y colorido de Venecia.
Los chicos juegan, se disfrazan, durante poco más de dos días la gente puede dejar de ser quién es para sentirse o comportarse como realmente desea pero la sociedad y/o los prejuicios se lo impiden. Son días donde momentáneamente, todo se vale, no existe eso llamado cordura.
Justo recordaba el otro día cuando salí de compras con mi madre, su pasatiempo favorito últimamente es coser por lo que fuimos a la mercería (cosa que detesto, preferiría estar cazando mosquitos en África con palitos chinos). Ahí se encontraba un chico (atractivo) iba acompañado de una mujer, no les presté mayor atención y seguí a mi madre que llega a esas tiendas como niño llega a jugueteria.
Al regresar a pagar, coincidí en la fila con el chico guapo. Moreno, apenas un par de centímetros más alto que yo, una espalda torneadita y buen trasero (para qué negarlo, siempre miro ahí). El caso es que me fijé que dos mujeres (madre e hija) miraban al chico con una expresión de desaprobación, bastante chocante por cierto. Escuché claramente a una de ellas exclamar cosas como "que desperdicio", "fin de mundo", "perdición", cosas que el aludido también escuchó. Yo no me enteré mucho pues la verdad paso de la gente así, en realidad suelo pasar de la gente.
Soy bastante despistada, pero al dirigirme a retirar la compra, pude observar la escena en detalle, incluso para mi fue fácil entender todo. El chico guapo fue a encontrarse con su acompañante, que resultó no ser chica sino un chico con más curvas que JLO, un cabello largo espectacular y un maquillaje que llegué a sentirme fea y descuidada. Hasta el momento todo normal (al menos a mi entender), el problema era que igual que en la caja, ahora un grupo de cuatro mujeres apoyadas en el mostrador, no les despegaban la mirada y cuchicheaban de forma bastante evidente y audible. Incluso llegó a pasar un empleado de la tienda y silbar (por favor, a un cliente). Me pareció tan fuera de lugar y tonto que en pleno siglo XXI la gente aún actue como si no pasáramos del 1900.
Yo que esperaba pacientemente (mentira) mi paquete, pensaba que esas telas hermosas que acababan de comprar lucirían geniales en el bien formado cuerpo de ese personaje que además estaba acompañado de un morenazo tan atractivo. Ambos hacían oidos sordos a los comentarios y cuchicheos, aunque se dejaba ver su incomodidad.
Ahora pienso que dicha incomodidad será reemplazada por la libertad y la adrenalina de esos días. Donde seguramente hasta las señoras de la tienda admirarán y disfrutarán, olvidándose de los reproches y abriran sus mentes, dejándose seducir por el ritmo y el color.
Lástima que el miércoles (de cenizas) esas mentes nuevamente se cerrarán y volverán los golpes de pecho y los juicios al prójimo.
3 comentarios:
A veces, solo a veces, creo que les gusta que los critiquen. Ojo, no la mayoria. XD es que a mi me gusta que me critiquen por usar negro jajajajaja si, ya sabes que estoy loca.
Por que cambian de pensar durante el carnaval? la verdad que no tengo ni la mas puta idea. Pero una vez pense, por ahi algo tiene que ver, es que todos tuvieron alguna fantasia alguna vez, no digo esa en particular, pero se entiende... Y toman esos dias como de libertinaje para sus usuales dias de represion. Fijate el caso de los colegios de monjas, las minitas son mas putas que la mas puta de un colegio mixto.
ahhh mi hermana daniela, la mayor, se trajo de viena dos mascaras Venecianas. Hermosas.
Acá suelen hacerse trajes preciosos, entran en competencias y todo.
De no ser por los detalles físicos que todos sabemos, pasarían por garotas XD bah pero eso no es lo que quiero expresar. Sino mi malestar e indignación por la manera de actuar de muchos de los presentes en esa tienda.
Los carnavales de Venecia son mi asignatura pendiente.
Gracias por comentar loca!
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