miércoles, 30 de junio de 2010

Adios perruno amigo

Aún recuerdo ese día, varios veranos atrás, llegaron a casa de mi abuela dos lindos cachorros. Una pastor belga color gris con mal genio y un mimoso cazador con cara de no romper un plato, de lomo negro y pecho blanco con muchas manchas marrones, que un día mi tía confundió con sucio y casi le arranca la piel al pobre. 

Un par de meses, 4 gallinas, 3 palomas, 1 morrocoy traumatizado, las patas de las mesas taladas y un par de zapatos después, decidieron que esa perra con malas pulgas tenía que irse. Por votación popular, el pequeño Mickey se quedaba en casa de mis abuelos.

Claro, nadie se imaginó que con esa carita de tonto y lo juguetón que siempre fue, resultase una amenaza para cualquier ave que estuviese a su alcance. Ya sin Chiquita, la pastor belga, descubrimos que el mosco muerto no llevaba el nombre de cazador por nada. Lástima no poder disfrutar de las otras 2 gallinas que dieron la vida para que el muchacho se divirtiera, eso si, salimos de dudas. La pastor resultó vegetariana, vivió luego feliz en el campo al que la llevaron.

Entre gritos, risas, llantos, reuniones,... todos nos encariñamos tanto con el, ya no tan pequeño, juguetón y ultra cariñoso Mickey. Alegró los días grises, luego de dos pérdidas en el seno familiar, convirtiéndose el mismo en parte de nuestra familia que con el pasar de los años se ha ido haciendo chiquita en tamaño. Aprendimos a convivir por primera vez con un rebelde que nunca dejó que se le colocara collar, no señor, marcó la pauta al andar por toda la casa libre como Lazzie

Mickey, tu ladrido siempre anunciaba nuestra llegada, aún con tu cuerpo cansado doce años después, siempre meneabas la cola y te levantabas a darnos la bienvenida a esa casa que siempre he considerado mi verdadero hogar. Hoy triste y abandonada, contaba sólo contigo para darle calor y cuidarla. Ya estábamos tan acostumbrados a ti, siempre temí por el día en que ya no pudieras levantarte de tu casita improvisada con techo de zinc que heredaste del viejo Terry. 

Nunca pensé amigo que te irías por culpa de unos miserables y cobardes que te dejaron ahí, recostado en tu rincón, silencioso, frío y solitario. Fuiste un señor hasta el final, no ibas a morirte en ningún otro lugar, hasta los vecinos te lloraron viejo, igual que yo. Siento tantísimo que tuvieras que dar la vida por un par de electrodomésticos.

Extrañaré tanto tu presencia, tus pisadas fuertes y pesadas, tus bienvenidas ruidosas,...

Adiós buen amigo.

1 comentario:

Plumas dijo...

Pobechito!
gente de mierda
mira que yo tengo un bajo concepto de la gente, pero siempre me sorprende para peor.

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